jueves, 26 de abril de 2007

OTRA VEZ TU CUMPLEAÑOS

Esta vez son veintitrés velas; como ya casi no caben en la tarta, las he puesto de esas de números. Pero claro, a ver como te pillamos para que las soples. Anoche lo celebraste con tus amigos y ahora no hay quien te mueva de la cama, que me tuviste hasta las tantas despierta; sabes que no me duermo hasta que te oigo llegar. Sí, sí, ya sé que no te dejé el coche porque me imaginé que volverías colocado, pero qué más me da, si te trae Juan Luis que estaría igual que tú, que no tenéis sentido común ninguno de los dos. Por esta vez pase, que es tu cumpleaños. Pero esto se ha acabado, tienes encima los exámenes y entre los amigos y esa chica que te tiene al teléfono las horas muertas, no pegas ni golpe. Y cuando no es el teléfono es el messenger ese, o te crees que soy tonta y no me entero de lo que haces cuando te encierras en tu cuarto; luego me siento yo en el ordenador y no paran de salir mensajes: Belén está conectada, Juanlu está conectado, y otros que no conozco, menuda panda. Y mientras tanto, el libro de Física muriéndose de asco. Que sí, que ya sé que veintitrés años sólo se tienen una vez -algunos no los tienen nunca- pero una cosa es una cosa y otra es otra, que yo a tu edad estaba casada y ya había nacido tu hermano. Estoy muy cansada ¿sabes? y no me puedo pasar la noche en vela porque madrugo y además quiero ayudar a Ana con los chiquitines; mañana cumplen un mes y tú...bueno, para qué hablar; ya podías ir a verlos más a menudo, encima de que al niño le han puesto tu nombre. Y a Paloma y Marcos también, que sabes que se lo pasan muy bien contigo. Claro, el tío simpático que siempre les lleva chuches y juega con ellos. Yo sé que Paloma presume con sus amigas y todas le dicen que que tío más guay tiene y tú te hinchas como un pavo real. Ya podrás, tío, que tienen seis años.

No sé para qué pierdo el tiempo echándote la charla, seguirás haciendo lo que te dé la gana, como siempre. Y luego vendrás con esa jeta que tienes, me darás cuatro achuchones y a mí se me caerá la baba. Porque eso sí, ¡mira que eres cariñoso, jodío!

Anoche me acosté tardísimo haciéndote la tarta y poniendo Felicidades Jaime en crema de naranja, con la manga pastelera. Y la adorné con flores de nata, fresa y chocolate. Para que luego te pases el día durmiendo.

¡Es que parezco tonta! Me creo que todavía es como cuando cumpliste ocho años, que vinieron a casa Juan Luis y Fer y Belén y Almudena y tus amigos del cole. Os preparé sandwichs y mediasnoches y me pusistéis la casa perdida de trozos espachurrados, sólo os comistéis las patatas fritas y los ganchitos. Luego soplaste las velas y te cantamos feliz, feliz en tu día. Me acuerdo de que te pusiste colorado. Tengo en la memoria tu imagen borrosa -como a través del velo del tiempo- pero sí, te pusiste colorado, siempre te ponías colorado.

Ese fue el último cumpleaños que celebraste en casa con nosotros, como debe ser. A quien se le diga que desde entonces andas por ahí a tu bola... y yo aquí, haciéndote tartas. La verdad, ocho años me parecen demasiado pocos para irte a recorrer la eternidad tú solo, sin permiso; tenías tanta prisa que ni siquiera te llevaste el pato de peluche, con lo que te gustaba dormir con él. Y, como vas a lo loco, pues eso, todo manga por hombro. Hasta la risa te dejaste encendida, resonando por todos los rincones…