miércoles, 16 de enero de 2008

EL PAÑUELO

No sé por qué he puesto este dibujo de Picasso si, en realidad, no tiene nada que ver con la cosa esta que quiero tratar. Pero es que me gusta esta mezcla de ingenuidad infantil de las flores -las podría pintar mi nieto Marcos, Paloma ya las pinta más elaboradas- con el trazo nítido, impecable de las dos manos que, para más inri, son dos manos derechas, o sea que pertenecen a dos personas distintas. Dos manos -derechas- sujetan el mismo ramo o se lo disputan, no sé, que la postura me recuerda aquel juego de la infancia que consistía en ver quién agarraba antes el pañuelo y salía corriendo.

Esta vez parece que el pañuelo que sujetaba Rajoy, lo ha agarrado antes Esperanza Aguirre que Gallardón o lo ha agarrado más fuerte. Y es que el alcalde lleva mucho tiempo enseñando al personal sus ambiciosas vergüenzas y ella en cambio, pura entrega y sacrificio, sólo persigue el bien del partido que, como todo el mundo sabe, es lo mismo que decir el bien de ¡¡¡ESPAÑA!!! -No te lo tomes así, Alberto,-dicen que le ha dicho- que si pierde Mariano tú y yo estaremos en igualdad de condiciones. ¡Ah! ¿pero puede perder Mariano? pregunto yo en mi ingenuidad.

A mí todo esto me divierte mucho porque soy tan miserable como cualquiera y espero que en esta disputa lleguen los perros y que en el río revuelto saquen ganancia mis pescadores. Pero si pensara en mi país, no en mi partido, creo que con una derecha presentable como la que encarnan Gallardón, Rato, Piqué y gente así -a ser posible, en la oposición- saldríamos todos mejor parados que con esta cosa troglodita y fascistoide que tanto les gusta al Sr. Alcaraz y a sus eminencias reverendísimas. Y, francamente, me fastidiaría menos perder. Lagarto, lagarto...

Sin hablar del pequeño detalle de que quizá a los ciudadanos de Madrid que los votaron en masa -sarna con gusto no pica, oyes- en las autonómicas y municipales del pasado mayo para que siguieran maltratándolos durante cuatro años más, les hubiera interesado saber que ambos dos pensaban largarse ocho meses más tarde. No sé, digo...Pero ¿a quién le importan los ciudadanos una vez que han votado?