sábado, 26 de enero de 2008

ESCRIBIR

He llegado a casa el viernes por la noche con dos copas. He comido con amigos de hace mucho tiempo, tanto que yo era otra. Algunos antes eran mis jefes y ahora son mis amigos, está bien este cambio de rol. La vida ha pasado por encima de todos nosotros y ha dejado su huella, en unos más que en otros. María sigue igual de peleona, igual de reivindicativa e igual de tierna. Merche está triste, igual de dulce pero más triste. A ella también le ha tocado algo en esta tómbola. Juan es un hombre tranquilo que no se mete con nadie pero todo lo tiene perfectamente colocado en su cabeza; recuerdo que una vez se emborrachó y supe que era humano. A Rosa, vaya por dios, todavía le llevo los mismos dieciséis años que le llevaba entonces; bueno, los mismos no, ya quisiera yo que fueran los mismos; su hijo pequeño, que se llama Jaime, tiene la edad que siempre tendrá Jaime. Al otro Juan le han salido unas pocas canas en las sienes que le dan mucho carácter, está más cuajao y más guapo. La verdad es que está definitivamente bueno. Angel debe de tener un ligue porque miraba mucho el móvil y de vez en cuando se iba a la calle a llamar. Me alegro, hace muchos años que se lo aconsejé. Avelino me ha venido presumiendo de que tiene tres nietos y, claro, le he dejado callado. A Abel, el gran jefe, que superó lo suyo, ahora le tuteo y le encanta. A Dionisio se le ha puesto el pelo más blanco pero el alma la sigue teniendo a estrenar, vírgen e incontaminada, no sé cómo lo hace. Y Ramón...A Ramón le he preguntado que cómo está y dice que mal -ya sabes, la quimioterapia y eso-. No sabe si le van a volver a operar o si ya no...Ha dicho que no tardemos tanto en reunirnos y se me ha encogido el corazón.

No hemos hablado de política, para qué. Todos sabemos lo que hay y nadie quiere convencer a nadie. Simplemente nos queremos. Creo que este país ganaría mucho si nadie hablara de política, ni siquiera los políticos. O que hablen bajito, sin luz ni taquígrafos y sin envenenar al personal, que bastante tiene con lo suyo.

He llegado a casa con dos gin-tonics y un poco mustia. No estoy donde quiero estar pero así son las cosas. Escribir es una forma como otra cualquiera de sobrevivir.