sábado, 5 de enero de 2008

LA CAJA DE CRETONA

Quizá esta no era la mejor noche para estar sola, pero quizá esta noche lo suyo es estar sola. Algunas cosas hay que vivirlas sola.

He visto un poco la cabalgata por la tele. Cuando yo era pequeña mis padres tenían el buen gusto de no llevarme, creo que habría dejado de creer en los Reyes en el mismo momento en que hubiera visto a un concejal con la cara tiznada de betún. Los Reyes eran unos seres invisibles y misteriosos y el que los veía se quedaba sin juguetes. Yo cerraba los ojos muy fuerte, muy fuerte, para no verlos por el pasillo. Una cabalgata con mensajes políticos, aunque sean políticamente correctos -o peor si son políticamente correctos- y con unos Reyes Magos que felicitan al Rey de verdad, francamente, tiene poca magia. Ya puestos, podían haber ido Rouco Varela, García Gasco y Kiko Argüello encima de los camellos. Total, las túnicas son parecidas.

Así que he llamado por teléfono a Paloma y Marcos y, por suerte, sus padres -como a mí los míos- tampoco los habían llevado. Paloma me ha dicho que no tenía sueño pero que iba a leer un cuento en la cama para ver si le entraba; también me ha dicho que ya les había dejado agua a los camellos y polvorones a los Reyes, pero que papá cree que les gusta más el jamón. Y que ella ya había puesto sus zapatos y Marcos también. Mamá había puesto los suyos y los de Almudena y papá los iba a poner cuando terminara de hacer la comida de mañana. Todo eso me ha contado Palomita; Marcos en cambio, no se ha querido poner al teléfono; me ha dicho su madre que estaba como una moto saltando por los sofás.

Para mí esta noche es jodida, por razones obvias. Se me ha ocurrido hacerle un homenaje a Jaime, transcribiendo íntegramente al blog su última carta a los Reyes. Y, buscándola, he tenido los santos güevos de abrir la caja de cretona. Pero la carta no estaba allí, tiene que seguir en su mochila que la dejé con todas sus cosas en casa de mi madre, cuando la mudanza.

En la caja sólo he encontrado cosas horribles de aquella noche. Informes que nunca había tenido valor para leer, explicaciones en términos médicos de aquello. Y he comprobado que dieciséis Reyes después las lágrimas saben igual de saladas.

Sí, realmente, hoy era una noche para estar sola. Ojalá le trajeran el barco de los airgam boys.