miércoles, 27 de febrero de 2008

LA NIÑA

A mi es que se me saltaban las lágrimas, se me hizo un nudo en la garganta que es que no podía pronunciar palabra porque hubiera roto en llanto allí mismo, con mis amigos delante y me daba mucha vergüenza.

Ya veía yo a mis nietas, Palomita, Carmen y Almudena, hablando idiomas y paseando por el mundo como heraldas de la libertad y de los derechos humanos; y todo ello con un par, a base de esfuerzo, como debe ser, no como los chicos Marcos y Jaime que lo habrán tenido todo fácil y así no se aprende. Ellas se harán mujeres en un país sensato, gobernado por un partido que recurrió la ley de igualdad, una absurda ley del malhadado anterior gobierno socialista, que nada menos pretendía que las mujeres ganaran el mismo sueldo que los hombres con igual empleo, que se pudieran promocionar en sus trabajos hasta que los consejos de administración estuvieran integrados por un número similar de mujeres y de hombres, cuándo se habrá visto semejante locura. Una inviable y disparatada ley de igualdad que concedió a los padres quince días de baja paternal -¡quince días, qué pasada!- para que participaran de los primeros momentos de su hijo; eso es muy fácil decirlo, pero a ver como iban a prescindir de ellos sus empresas, igual los tenía que sustituir una mujer durante todo ese tiempo y la empresa se iba a pique, que una cosa es hacer leyes y otra la vida real.

-Y es que, mira, nos pongamos como nos pongamos, iguales no somos, que el niño se pone malo o falta la asistenta y yo me tengo que quedar en casa; no va a dejar mi marido de ir a comer con un cliente importantísimo, eso son cosas que no se pueden dejar. Yo lo entiendo, tía, que la empresa no tiene la culpa de que yo me quede embarazada; y, claro, me han quitado el proyecto en el que llevo trabajando cuatro años porque ahora, cuando tenga el niño, me voy a quedar en casa dieciséis semanas y es lógico. Se lo han dado a un compañero que su mujer también va a tener un niño, pero él renuncia a sus quince días porque lo primero es lo primero. Yo le he proporcionado toda la documentación de estos años y seguro que lo va a hacer fenomenal. Y a mí, cuando vuelva de la baja ya me darán otra cosa, algo que me deje tiempo libre para poder compaginar.

Y además me emocioné pensando que, gracias al gobierno del PP, Paloma, Carmen y Almudena podrán vivir en un chalet adosado ideal, construido en una zona preciosa que ahora es un pinar desaprovechado y que gracias al gobierno de Esperanza Aguirre -que, para suerte de todos todavía seguirá siendo presidenta de la Comunidad de Madrid- etonces se habrá convertido en una urba divina de la muerte, con campo de golf; y también tendrán una asistenta marroquí que se habrá adaptado a nuestras costumbres, o sea que los fines de semana hará botellón hasta las seis de la mañana como cualquier chica española, en lugar de andar por ahí como ahora, provocando a la gente con su hiyab, el trapo ese que se ponen las moras en la cabeza y que nos trae tantos problemas de convivencia, que yo es que no vivo pensando en el dichoso pañuelo. Y dejarán a sus niños en el parque con una chica normal, con buena pinta, mientras ellas se toman unas cañas y unos boquerones en vinagre como Dios manda, porque digo yo que para entonces ya habrán aprendido los camareros sudacas a servirlos con eficacia.