lunes, 4 de febrero de 2008

TIRAR DE LA CUERDA

No quería hablar del tema pero es que sus eminencias reverendísimas se han empeñado en tocar las narices al personal y yo no puedo defraudarles; hay que entrar al trapo.

Porque, vamos a ver, ¿de qué persecución estamos hablando? Me voy a remontar a julio de 2004, que todavía recuerdo con un cierto sonrojo al recién elegido presidente del gobierno socialista de un estado laico y aconfesional mareado por el humo del botafumeiro en la proclamación del año jacobeo. Y a partir de ahí, este gobierno ha demostrado una infinita paciencia ante las provocaciones de la jerarquía eclesiástica, que lleva cuatro años tirando de la cuerda a pesar de todos los miramientos con que se la trata. Resulta cuando menos sorprendente que en un estado que desde la Constitución del 78 se define como aconfesional, se dispense a la Iglesia Católica el trato de privilegio que se le dispensa. España sigue financiando con el dinero de todos los ciudadanos -al marcar la casilla en la declaración de Hacienda se detrae el 0,7% de los ingresos del Estado- sean católicos, budistas, musulmanes u -¡horror!-ateos. Y siguen en vigor unos acuerdos que datan de 1979 sumamente ventajosos para la Iglesia. La asignatura de Religión se imparte en los colegios públicos, cuyos profesores los contrata y despide a su antojo la Iglesia, pero también los pagamos todos; se le ha consentido descafeinar a su gusto la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, en fin, que continúan cortando el bacalao.

¿Y todo esto a cambio de qué?

A cambio de que sus eminencias se hayan echado al monte y las tengamos cada dos por tres en la calle insultando al gobierno y a su presidente y manifestándose contra unas leyes que lo único que hacen es recoger los derechos que ellos niegan a algunas personas que no comulgan con sus verdades absolutas. No recuerdo yo que hicieran lo mismo con el anterior gobierno, ni siquiera que colgaran una pancanrta de NO A LA GUERRA en el balcón de la sede de la Conferencia Episcopal, y eso que la guerra de Irak no era -no es- una entelequia sino una sangrienta realidad.

A cambio de que desde los púlpitos y desde su emisora de radio se difame al gobierno y al partido socialista. Hubo algún obispo que los relacionó directamente con el 11-M.

A cambio de estar malmetiendo al personal con una supuesta ampliación de la Ley del aborto que, para más inri, ni siquiera figura en el programa electoral del partido socialista. Y, mal que nos pese a algunos, de la eutanasia ni hablamos; sin embargo también está en boca de los señores obispos.

A cambio de inmiscuirse en la política antiterrorista del Gobierno y pedir descaradamente el voto para el Partido Popular, olvidando las negociaciones del Gobierno de Aznar en el año 2000.

Ya no me acuerdo muy bien del catecismo, pero creo que es el octavo mandamiento el que dice eso de no levantarás falso testimonio ni mentirás. Sus eminencias reverendísimas no están predicando con el ejemplo precisamente.

Y bueno, parece que el Presidente se ha enfadado un poco. Ya era hora.