sábado, 8 de marzo de 2008

REFLEXIONANDO, REFLEXIONANDO...

Es un sábado raro, con un sol desganado y poco convencido de su fuerza. He venido a trabajar con el sueño pegado a las pestañas y una congoja pringosa inundándome. No puedo olvidarme de esa familia de Mondragón que ni siquiera puede vivir su dolor con tranquilidad, sin que se lo roben o se lo manoseen o se lo contaminen de política.

El dolor de Patxi López y de los socialistas vascos es otro dolor. Isaías Carrasco era nada más -y nada menos, por lo que se ve en Euzkadi- un militante de base, un tipo que además de ser un trabajador, un padre, un hijo, un marido y un amigo de mucha gente, arañaba algo de tiempo a todas estas cosas para dedicarlo a su partido. Esto parece que no es nada, pero cuando no se tiene ninguna ambición política ni se pretende vivir de ello, a veces da mucha pereza, apetece tumbarse en el sofá o irse de txikitos con los amigos, en lugar de ir a la Agrupación a echar una mano en lo que haga falta. A mí, francamente, me ha parecido muy bien que Patxi López le dijera cuatro cosas a Rajoy, que ya está bien de tanta corrección política y tanta leche. Que decir según qué cosas tiene un precio y luego no se puede ir dos días antes de las elecciones a hacerse una foto dando el pésame a los mismos que has insultado. Eso no es así, eso no es así, dicen que decía María San Gil. Eso sí es así, señora San Gil, ustedes llevan cuatro años acusando al gobierno de España de traicionar a las víctimas; agredirlas, dijo el otro día en el debate y lo han oído trece millones de telespectadores: "He dicho lo que dicho y no lo retiro". No, mire usté, la corrección política está muy bien pero para todos y siempre. Y ustedes no vayan ahora de víctimas porque no se lo cree nadie. ¿Qué es eso de que Patxi López le impidió entrar a dar el pésame a la familia? ¿Es que le sujetaron entre dos matones? No entró usted, Sr Rajoy, porque no tuvo güevos, que una cosa es soltar soflamas en el parlamento, en la televisión y en los mítines y otra muy distinta mirar a los ojos a la viuda y a los hijos.

Y bueno, la suerte está echada. Mañana iremos a votar, espero que en masa. Y a partir del lunes empieza la vida real; debe ser que la política exige escenitas tan tiernas como la de ayer en el parlamento, pero ¿quién se cree lo de la unidad? Yo no, desde luego, pero Astarloa tampoco. Y a lo mejor hay que agradecerle la claridad.