sábado, 16 de agosto de 2008

BEGIN THE BEGUINE

Podría volver a repetir punto por punto lo que escribí el año pasado por estas fechas cuando conté el comienzo de las fiestas de Sigüenza, que coincidía con el final de mis dos semanas allí con Jesús y Sara y los niños. Porque sí, la cabalgata ha sido igual de cutre aunque quizá menos despendolada. Este año no estaba la monja en la ventana del asilo tapándose la boca para ocultar su risa y en general todo me pareció como más mortecino, con un aire de rito que hay que cumplir, pero escaso entusiasmo. Yo me bajé a verla como siempre al bar Gayusa donde todos los años me encontraba con mis amigos y hacíamos unas risas tomando cañas, pero esta vez sólo estaba Pedro Cabrera, el marido de Fajas, y gracias a él no sucumbí a la melancolía que produce la alegría prefabricada y programada en una fecha y hora concretas. Porque Pedro es un tío divertido donde los haya que siempre se las arregla para crear buen rollo a su alrededor. Y no es que yo lo diga, que es opinión unánime en los lares seguntinos. Los gemelos vestidos de Pepinillos sí han sido una novedad en estas fiestas, que ellos solitos eran la atracción de la Alameda.

Para mí también ha sido una agradable novedad el duo "LIBRA", que aunque me han dicho que ya vinieron el año pasado yo no los ví, no sé dónde me metería. A Eva y Roberto los ha traido la peña El Grupo Mixto que, como su nombre indica, acoge a todos los que no están encuadrados en ningún grupo concreto y que precisamente por eso reciben bien a todo el mundo y encima nos dan salmorejo y jamón de Jabugo a los que pasamos por allí. Pues el duo LIBRA nos amenizaba los aperitivoscon su música y su buen humor. Eva creo que es cubana -ella me corregirá- pero habla como los de Madriz y lo mismo le da a la copla que al son, al merengue, al blues o a la chanson française en la línea de Edith Piaff, todo con una calidad y un estilo muy superior a lo que estamos acostumbrados en Sigüenza. Tiene una bonita voz, estilo y swing que le sobran; es elegante y sensual a la vez sin caer en la chabacanería. Roberto la acompaña de cine con el saxo, la trompeta o la flauta, según pida la pieza y entre los dos se llevaban de calle a la peña, no había hora de irse a comer. Estos chicos merecen una oportunidad. Y también merece una oportunidad la pareja de críos -de siete u ocho años- que salió a bailar y nos dejó a todos boquiabiertos. Bailaban vals, pasodoble, fox-trot o rock and roll como dos profesionales, no sé por qué no van a "Mira quién baila" en vez de la Bordíu o similares. También les saqué un video pero lo he borrado sin querer, patosa que es una.

No todos los que han actuado en las fiestas de Sigüenza son como LIBRA. Se organizó una pequeña movida político-religiosa con un grupo punky denominado OSTIA PUTA, así, sin H ni nada, que actuó en la plaza de toros. Mi hermana, como representante del sector más ultra del personal, redactó un escrito dirigido al Ayuntamiento protestando por subvencionar a un grupo con semejante nombre, que parece ser que ofendía su sensibilidad, con la correspondiente recogida de firmas. Yo lo firmé más que nada por no discutir -mi hermana me lo puso a la firma según entré por la puerta de su casa a ver a mi madre- y sobre todo porque sonaban horroroso y me machacaron la cabeza con el concierto de marras, que parecía que los tenía metidos en mi cuarto, ¡la ost... put.. que noche me dieron!

Pero todos los días no han sido de fiestas. Después de lo que conté en el anterior post me tuve que ir a Sigüenza, pues eso ya estaba planeado desde siempre y Jesús y Sara contaban conmigo; habrá que ir viendo cómo compaginamos la nueva situación con todo lo demás. Me fuí un poco con la muerte en el alma y con sentimiento de culpa, dispuesta a repartirme entre Madrid y Sigüenza, entre la familia y el amor. Vine un par de días y otro tuve visita y así han pasado las dos semanas, mal que bien. Aparte de los nietos y de acompañar a mi madre, he estado flotando en una soledad que no era tal porque cuando se echa a alguien de menos, cuando las ausencias tienen nombre y rostro, son menos ausencias. Además, buscando el lado bueno, quizá fuera conveniente dejar espacio para que las ideas, los pensamientos y los sentimientos encontrados se acomodaran y este revoltijo de emociones fuera tomando forma.

Y ahora volver a empezar, una vez más. Con las maletas a cuestas porque la vida no ha pasado en vano por ninguno de los dos, pero con ilusión y con fuerza para cargarlas. Cuatro brazos pueden más que dos, aunque la carga sea doble.