viernes, 29 de agosto de 2008

TÚ ES QUE ERES MUY FUERTE

El otro día me supo a poco la salida, sobre todo porque me quedé con la cosa de que yo quizá había chupado demasiada cámara en la reunión, que es que estoy pesadísima con mis cosas. Por eso quise volver a ver a Ybrim. Le propuse quedar a comer antes de que volviera a Donosti y ella enseguida me dijo que sí.

Comimos en un italiano muy tranquilo, con poca gente y poco ruido, propicio a la conversación sosegada. Y fue fácil hablar de la vida y de la muerte, de nuestras vidas y de nuestras muertes; del continuo proceso de adaptación al medio que es esta vida, a veces tan absurda. Ybrim, ella dice que no, pero transmite una serenidad que estremece. La inmensidad del dolor sin descomponer la figura, desnudo de aspavientos, químicamente puro.

Es de esas mujeres -a algunas nos cae ese sambenito, nos toca ese papel en el reparto de la película- que, como yo, está un poco harta de que le digan eso de que tú es que eres muy fuerte. Y debe de ser verdad, después de todo, porque ahí seguimos y, a veces, hasta lo pasamos bien y le arrancamos unas gotas de felicidad a esta puta vida.

Tú es que puedes con todo. Sí, qué pasa, puedo con todo. Pero es que ya no quiero más, no me da la gana de poder con más; a veces quiero huir, desaparecer, morirme, dejar de tirar de un carro que no sé a dónde tengo que llevar.

Y le asoma un punto de rebeldía a sus ojos grandes, castaños, sin maquillar.

Hablamos de cómo nuestras raices, tan distintas, han influido en las que somos ahora, no tan distintas, sin embargo. Hablamos, hablé, de experiencias pasadas, de equivocaciones, de los errores que me han traido hasta aquí. No sé si son errores cuando se pone el corazón. Hablamos de las cosas que dejan de importar cuando se pierde lo que importa.

Pese a todo, incluso pese a nosotras mismas, ahí seguimos. Es que tú eres muy fuerte.

Hoy es muy fácil elegir la canción.