lunes, 8 de septiembre de 2008

MOHAMMED ABUBAKAR BELLO

El tipo de la foto tiene un problema. Mejor dicho, uno no; para ser exactos, tiene ochenta y dos problemas. El tipo de la foto, que es nigeriano, tiene ochenta y cuatro años y se llama Mohammed Abubakar Bello; lo de Mohammed parece claro por el gorro, lo de Abubakar, pues bueno, también le pega; pero lo de Bello es discutible. Bello o no, que para gustos están los colores, el caso es que está felizmente casado con ochenta y seis mujeres y tiene ciento setenta hijos, que no me parecen tantos, la verdad. Ni a dos por barba tocan, conozco gente que ha tenido quince sólo con una -y sólo con uno, que ya es mérito- o sea que menos presumir.

La cuestión es que Mohammed Abubakar Bello debe divorciarse de ochenta y dos, así, de una tacada, si no quiere morir; por lo visto lo dice la Saharia, que digo yo que se podía haber leido la Saharia, aunque fuera un poco por encima, antes de meterse en semjante berenjenal. Las autoridades de su país le han dicho que con cuatro va sobrao y que se ha pasao muchos pueblos. Le han amenazado con la pena de muerte si no se divorcia de ochenta y dos. Envidia cochina es lo que tienen las autoridades. El responde que el Corán no pone límites, que todo depende de lo que le permita su fuerza, sus atributos y su habilidad. Por lo visto, fuerza le sobra porque le viene directamente de Alá y él no sabe lo que es la disfunción eréctil; menos mal, porque no iba a ganar para viagra -también Alá ya podía repartir su fuerza con un poco más de justicia, habiendo como hay tanto necesitado, que esto no es égalité ni es ná- los atributos, pues oye, cada uno tiene lo que tiene y la habilidad es cuestión de práctica y de poner interés. También dice que lo que el Corán castiga es fornicar sin fundamento y cometer adulterio; por eso se ha casado con las ochenta y seis, para no cometer adulterio.

Lo mejor de todo es que ellas se han casado por amor. Una de sus mujeres, de veinticinco años llamada Ganiat Mohammed Bello, dice que cuando le conoció se le curaron los dolores de cabeza. Antes estaba casada con otro y siempre le dolía la cabeza pero fue conocer a Mohammed Bello y mano de santo. Ganiat ahora es la mujer más feliz de la tierra, con permiso de las otras ochenta y cinco, claro. Antes de casarse pensó con mucho sentido común que un hombre que tiene ochenta y seis esposas, sabe como cuidarlas. Eso es ir con garantía, qué demonios.

Para colmo en esa familia inmensa no trabaja nadie. El ya no tiene edad, las cosas como son; pero si está tan en forma para según qué cosas, también podía hincarla de vez en cuando. Pero no; ha pensado que si cada uno de sus ciento setenta hijos consigue mendigando 1,69 dólares al día de media, que tampoco es pedir mucho, pues se saca un capitalito y tiene toda la razón.

Con esta organización tan bien montada, el pobre Mohammed ahora tiene que divorciarse de ochenta y dos, con lo duro que es un divorcio no quiero ni imaginar lo que deben ser ochenta y dos de golpe. Que los divorcios son muy malos y nunca se hacen bien, por más que uno ponga buena voluntad y quiera dejarlas a todas contentas. Luego sale la cosa del amor propio, todo lo que cada una ha tragado y se arma la de Alá. Yo no sé si se lo jugarán a los chinos entre ellas o directamente se agarrarán del burka y a ver quién puede más.

Yo que él me plantearía lo de la pena de muerte. Al fin y al cabo tampoco es un niño y por lo menos le llorarían ochenta y seis viudas, que no es moco de pavo.