jueves, 13 de agosto de 2009

EXISTIMOS

Ayer, comida bloguera. No fue como la primera vez -nada es nunca como la primera vez, afortunadamente- entonces, quieras que no, había ese morbillo de cita a ciegas y ahora ya nos conocíamos. Ayer éramos cuatro personas humanas que nos hemos encontrado a través de la blogosfera, pero eso ya sólo es una circunstancia perfectamente prescindible. Ahora hemos recuperado nuestros nombres de pila y la realidad de cada una ha reemplazado al personaje virtual.

Me gustó verlas y comprobar que Elefancia se sigue manteniendo en ese difícil equilibrio entre la limpieza mental y la inteligencia que la hace tan especial. Está guapa la tía con su aire angelical, como de ir por ahí levitando y no haber roto nunca un plato y, al mismo tiempo, esa manera tan suya de estar al loro sin que se le note; de no perder ripio sin pretenderlo, como quien no quiere la cosa. Y luego va, sonríe y pide perdón por ser feliz.

Aguamarga tampoco ha variado, salvo en que se ha cortado el pelo. Conserva en plena forma su ironía levemente cáustica y su mirada implacable sobre una realidad de la que se distancia todo lo que puede; quizá es la única forma de ejercer una crítica saludable. Y me alegra verla más contenta que hace un año, más conforme o mejor adaptada al medio. O quizá es el medio el que se ha adaptado a la situación, el caso es que las piezas de este puzle tan difícil van encajando poco a poco.

La que más ha cambiado -a mejor- ha sido Ybrim. A pesar de que la vida -o la muerte- se ha empeñado en cebarse con ella, está renaciendo de sus propias cenizas, tal como yo le he pronosticado alguna vez, y ahora no descarta el amor ni la posibilidad de compañía; vamos, que está empezando a tener alma de jota. ¡Bien!

A mí me regañaron las tres porque, dicen, ya no hago streptease y tampoco meto caña a los políticos. Pero es que los años no pasan en balde y, desde que me he convertido en una gorda feliz, mi desnudo no es lo que era; una ya no puede exhibir aquella soledad tan sexy que le dió nombre. Y en cuanto a la política, pues qué queréis que os diga, la pesadez de la trama Gürtel, los bolsos de la señá Rita -aunque sea valenciana el nombre le va que ni pintado, tan flamenca ella, tan tetona y tan maternal- y los trajes de Paco Camps -para los que ni siquiera fue a que el sastre le tomara medidas y viera a qué lado carga- me parecen unos temas tan cutres que no dan para más y a esa bazofia ni siquiera se le puede llamar política. ¡Por favor, que al menos se vendan un poco más caros! Y los enormes pucheros de habas que se cuecen a diestra y a siniestra, casi han acabado con mis antiguos fervores y me están hundiendo en el más profundo escepticismo. Aguamarga se quejó de que mis hipotéticos lectores ya no me dan leña, que se limitan a hacerme la ola. Pues que escriba ella, no te jode

Copas en el Jazz Bar y entrada triunfal de Cock en carne mortal. Elefancia y yo le tenemos muy visto, pero Ybrim y Aguamarga hasta pudieron tocarle. Resulta que existimos.