miércoles, 21 de octubre de 2009

ABORDAJE CERVICAL ANTERIOR

Eso es lo que he autorizado que me hagan al firmar el consentimiento informado: abordaje cervical anterior, lo que en román paladino quiere decir que, en pleno uso de mis facultades mentales, permito que me den un tajo en la parte frontal del cuello e introduzcan por él diversos instrumentos cortantes y/o punzantes -ya sean en hoja o en punta- tales como tijeras, bisturís, escoplos, periostotomos, curetas, pinzas, disectores y otros artilugios, con los que abrir camino a través de ese laberinto de músculos, venas, glándulas, arterias, cartílagos o nervios -sin hablar de algunas tuberías de cierta importancia, como la tráquea o el esófago- que ocupa el interior de mi cuello y llegar a las vértebras C5, C6 y C7. Que digo yo en mi ignorancia, si el recorrido no sería más corto y menos accidentado entrando por detrás, con perdón por la manera de señalar. En cualquier caso, comparado con esto, firmar la eutanasia es una minucia, al fin y al cabo ya sabe uno a lo que va, y en cambio ahora se supone que uno suscribe el tal papelajo para vivir un poco mejor, pero vaya usté a saber...

Porque aunque una tenga confianza ciega en la pericia del artista -¡qué remedio!- quién me dice a mí que no va a tropezar con el esternocleidomastoideo, no sé, que le dé un estornudo y pinche en la yugular o perfore la tráquea, cualquiera puede tener un mal día. Que toque la glándula tiroides sin querer y se me disparen las hormonas; de ahí me podría venir nerviosismo, irritabilidad, insomnio y trastornos mentales que pueden oscilar desde la ansiedad al delirio; que se me caiga el pelo y se me separen las uñas de su lecho ungüeal. O que me rompa el cartílago cricoides y se me quede colgando el esófago.

Y no quiero ni pensar lo que podría ocurrir con mi body si al nervio vago le diera por ponerse a trabajar... ¡Dios me coja confesada!