lunes, 25 de enero de 2010

COMBIEN DE TEMPS ENCORE...

Combien de temps...
Combien de temps encore
des années, des jours, des heures combien?
Quand j'y pense mon coeur bat si fort...
Mon pays c'est la vie.
Combien de temps...
Combien


Algunas veces me quedo perpleja cuando pienso en el poco tiempo de vida aceptablemente vivible que tengo por delante; la esperanza de vida de las mujeres en España es de poco más de ochenta y tres años, por lo tanto, si las matemáticas no mienten, yo ya he recorrido los dos primeros tercios de esa carretera que se desplegó exclusivamente para mi uso y disfrute hace un tiempito y el último lo llevo bastante avanzado. Sin embargo en muchas cosas estoy como sin estrenar. No me refiero a mi incultura que, por supuesto, es enciclopédica en demasiados ámbitos, sino a cómo me siguen sorprendiendo mis congéneres tanto por sus grandezas como por sus misierias. Me asombra la infinita capacidad de entrega, de renuncia, de abnegación, en definitiva de amor que poseen algunas personas, en la misma medida que me sobrecoge la maldad que pueden llegar a atesorar otras. O, lo que es más raro, las mismas. O yo soy muy cortita o el ser humano es una caja de sorpresas absolutamente imprevisible. En ocasiones me siento tan perdida como cuando era una adolescente, con los mismos miedos pero también idéntica curiosidad y, por raro que parezca, miro mucho más hacia delante que hacia atrás; quiero decir que el presente y el futuro -aun sabiendo que es corto- me fascinan mucho más que el pasado.

Tengo infinidad de preguntas sin resolver y cada día me asaltan otras nuevas, mi ignorancia no tiene límite; además creo que volvería a cometer los mismos errores que cometí en su momento si me volviera a ver en las circunstancias en que me ví; me hacen daño las mismas cosas que antes y la injusticia todavía me estremece; y es que no he aprendido nada.

Siempre tengo un libro a medias, acabo uno y empiezo otro, pero los que he leído a lo largo de mi vida representan una milésima parte de los que merece la pena leer. Y lo mismo puedo decir de los lugares que he conocido, que son muy pocos y además he transitado por ellos como una vulgar turista, sin tener ocasión de intercambiar casi nada con otras gentes y aprender otras formas de vivir. Me acuerdo muchas veces de mi abuela, que siempre quiso conocer Santiago de Compostela y murió sin conseguirlo ¿por qué no la llevaríamos nunca?

La vida a veces se hace larga pero es una sensación engañosa que tenemos cuando estamos jodidos porque, en realidad, es cortísima; pasa en un pispás y no da tiempo a terminar de vivirla.

Y sí, como dice Serge Reggiani en esta canción, mi país, mi patria es la vida. Mi país, mi patria son mis hijos y mis nietos, mis amigos y mi madre, mi pareja y toda la gente que amo. Mi país, mi patria, son mis recuerdos de Jaime y de mi padre y todas las emociones que he vivido. Y mi país, mi patria son todas las que aún me quedan por vivir. Pero ¿cuántas...?