sábado, 17 de julio de 2010

EN EL CALOR DE LA NOCHE

Suele ocurrir en noches ateridas
que el corazón se aparca en cualquier sitio,
medio esquinado, apenas intuyendo
que vendrá el desencanto con la grúa,
costará un dineral recuperarlo
y deberán pagarse las multas atrasadas.

Y quedará en la boca
un empacho de besos fronterizos
entre el sueño y el blues,
una resaca más, de color sepia,
con un sabor eléctrico
a ginebra barata.