lunes, 9 de agosto de 2010

CALMA CHICHA


Pesa la tarde,
las hojas ya no pueden con su alma
sin un soplo de aire que las mueva;
los minutos corren con parsimonia
y se me caen los párpados
esperando que vuelvas.

Cuando llegues
no sé si seré yo la que te aguarde
o me habré convertido en árbol seco,
sin fruto de palabras ni de abrazos;
quizá esta calma chicha
pueda acabar conmigo.

Solo pido
que de una vez estalle la tormenta
y nos deje desnudos y de frente,
empapados y limpios,
que nos lave la culpa
o acaso nos arrase sin remedio.