sábado, 17 de diciembre de 2011

EL CARDO BORRIQUERO

Se yergue contra el cielo
con fingida arrogancia
enseñando sus pinchos, por si acaso.

Está siempre en peligro de romperse
con la más leve ráfaga,
la ausencia de algún nombre,
una mirada ciega 
o el estridente grito de un silencio.

Disfraza sus miserias con espinas
que amenazan los dedos de los niños
pero son de mentira, tan endebles
que ni siquiera saben hacer sangre
salvo cuando las vuelve hacia sí mismo.

El más ligero golpe lo doblega
hasta morder el polvo;
es tan débil que apenas se sostiene,
sin embargo presenta sus agujas
para encubrir el miedo al desamparo.

Y a veces se camufla entre las flores,
intenta perfumarse con su aroma,
confundirse en su hermoso colorido
para que nadie advierta que está solo.