miércoles, 4 de abril de 2012

NOSOTROS, LOS DE ENTONCES


Se me han ido muriendo los amigos
se me han ido cayendo del abrazo
(Mario Benedetti, A ellos)


Quedamos ya tan pocos
que da cierta vergüenza
continuar sin vosotros,
ocupando el espacio que dejasteis vacío
y viviendo una historia en la que faltais tantos.

No puedo llevar flores a todas vuestras tumbas,
a las tumbas que guardan pedazos de mi vida
que os llevasteis pegados a los años más jóvenes.

Hubo los que os marchasteis sin saber hasta dónde
yo era capaz de amaros
y otros de los que nunca supe si me pensasteis
una noche de insomnio
de esas en que se piensan tonterías.

Alguno se marchó de muerte improvisada
entre hierros torcidos y sirenas
gritando sin provecho.
O el corazón partido de un hachazo
sin daros tiempo a frases lapidarias
para grabarlas en la desmemoria.
Y hubo con los que quiso
lucirse con mayor refinamiento
y elaboró con mimo su triunfo
en tremendas batallas que librasteis
sabiéndolas perdidas de antemano.

Y entre los que quedamos, quizá alguno
no sabe que ya ha muerto de distancia,
la distancia infinita que interponen los años
entre los niños que crecieron juntos
y se hicieron adultos por su cuenta
y riesgo de olvidarse.

Creo que aún seguís vivos
pero no estoy segura; en cualquier caso
tal vez un día de estos
leamos mutuamente nuestra esquela.
Entonces será tarde para todo.