miércoles, 20 de junio de 2012

LO QUE SE DICE, LO QUE NO SE DICE

Navegan en la alfombra las palabras no dichas
sin acallar el eco de las que se dijeron
que golpean sin tregua mis oídos
por más que quieran declararse sordos.

Suben por las paredes,
se tumban a lo largo en el sofá
disputándome el sitio del descanso.

Intentan camuflarse en las trivialidades
-ganamos el partido por los pelos,
parece que refresca, falta hacía-
pero siguen ahí, inmesiricordes,
imponiendo su ley, entre las hojas
feraces de esa planta
que conseguí salvar contra pronóstico;
en el café, que huele a amanecida
y disuelve el futuro entre sus posos,
en el impertinente gorrión que me las canta.

¿Sería tan difícil pronunciar
las que borren su rastro y me transporten
a dos segundos antes, cuando aún me quedaba
un rebelde vestigio de mí misma?

El tiempo, inconmovible,
seguirá realizando su trabajo;
más temprano o más tarde
me arrancará de nuevo alguna risa.