Este cielo tan limpio
no es de fiar
a saber lo que esconde tanta belleza.
Cómo no deslumbrarme con su brillo
en medio de la niebla cotidiana;
no sé cómo podré cerrar los ojos
ni cómo resistir al espejismo
de refugiar en él mis soledades.
Una se lanza en cueros a la calle
y se queda aterida en sus brazos de hielo.
Es su aspecto tan cálido y su verdad tan fría,
es su color tan bello y su tacto tan duro
que parece un zafiro; se diría
que quiere seducirme como un chulo barato,
como un vulgar amante mercenario.