martes, 8 de diciembre de 2015

AMISTAD

Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y se esperan a oír la contestación. (Ed Cunningham)

No podría pedirte que adivines
lo que me está pasando, ni tampoco
que cambies un instante de tu vida
por dedicarlo a mí ¡solo faltaba!

Pero me gustaría llamar a cada cosa
por su nombre y decir
que el tiempo, por sí mismo,
no garantiza nada y que la antigüedad
-que dicen que es un grado-
puede ser solo un grado de vejez.

¿Nos queremos? ¿Tú crees que nos queremos
cuando hace varios meses que no hablamos,
si ninguna sabemos
cómo vamos muriendo cada día?
¿Si han caído mis gritos
en un profundo abismo de silencio?

Verás, tengo mis dudas; la amistad no es lo mismo
que el cariño arraigado en el pasado,
en ese territorio de la infancia
que ha quedado tan lejos.
Es distinto, consiste 
en atender un poco al corazón 
cuando nos dice
que la amiga está sola, llora sola,
come sola sus guisos 
cocinados en salsa de tristeza;
también sola, mira por la ventana
cómo se pone el sol y cae el hielo.

En sacar un minuto 
y decirle aquí estoy, para escucharte,
para llenar el hueco del sofá
al menos por un rato,
en cogerle la mano y luego tirar fuerte
hasta lograr vencer su resistencia
para salir del pozo.

Amistad es palabra malversada
cuando no se cultiva
se podría cambiar por cualquier sucedáneo:
simpatía, recuerdos, copas, risas
o cierta dilección
porque nos conocemos desde siempre
y hubo un tiempo, hace mucho,
en el que compartimos nuestros sueños.
¡Ya ves en qué han quedado!

Pero amistad, amiga, es otra cosa.